Por: Luis Pinate
Nacemos e inmediatamente comienza nuestra educación como proveedor, estamos obligados al éxito y ventilar nuestras emociones es síntoma de debilidad. Se espera que seamos fuertes, coherentes, indomables, sentimentales pero no débiles, arriesgados pero no locos, decididos pero no impulsivos, inteligentes para ser exitosos, pero sin perder la humildad, reales pero no emotivos.
Lo cierto es que aun sin quererlo estamos expuestos a la presión de una sociedad donde el hombre es el que arregla, resuelve, provee, adoctrina, y el que tiene que decir que las cosas no le importan cuando la verdad es que le importan mucho. Nos toca liderar la carrera de la felicidad, nos sentimos responsables por la felicidad de los nuestros y nos importa mas defraudar sus ideales que pelear por lo que queremos.
Nos cuesta entender que la felicidad de nuestros seres queridos no depende de nosotros, que cada quien forja y es responsable de su propia felicidad. Cometemos errores que nos permiten ser seres humanos pero que nos alejan del ideal que han creado para nosotros.
NUESTRO TEMOR AL FRACASO SIEMPRE SERÁ MAYOR QUE NUESTRO AMOR POR EL ÉXITO.
Al igual que todos, tenemos incertidumbre a los cambios, miedo a la soledad, al rechazo, y a la humillación. Nuestros errores son parte de vivir sin aceptación incondicional de quienes somos, de búsqueda de gratificación inmediata, de mal manejo del stress y de vivir en una total y obscura complejidad, sabiendo que nuestro temor al fracaso siempre será mayor que nuestro amor por el éxito.
Cometer errores no nos aleja del amor que hemos entregado, del tiempo que hemos compartido, y de los recuerdos que hemos grabado para siempre en nuestras mentes.
Reconocerlos nos hace mas fuerte, sabemos que hay heridas que solo el tiempo cura, pero tiempo es lo único que no tenemos y el tiempo no perdona.
Reconocer que somos seres humanos y que cometemos errores, es aceptar que tal ves no podemos hacer nada para cambiarlos y que posiblemente siempre estarán ahí. Aceptarlos y aprender a vivir con ellos es reconciliarse con quien realmente somos.
Y es que al final del día los hombres también cometemos errores.
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